19 julio, 2012

Te dejo porque te quiero, porque me quiero.

No se si trato de engañarme o desengañarme.
Y es que te me volviste costumbre, te me volviste adicción y hasta inspiración.
Te me volviste todo y luego ahora ya quiero que seas nada,
ya no quiero que seas algo, A.

Te me saliste,
pero te me has salido y vuelto a entrar tantas veces
que ahora sí me da miedo.
Me da miedo olvidar que ya no te quiero en mi,
me da miedo olvidar la paz que me brinda el estar sin ti,
en definitiva es que me da mucho miedo la mera posibilidad de regresar a ti.

Es que no. Los amores así, nomás no.
No dejan, no abonan, no aportan, nomás estorban...
¡No me estorbes! Mejor vete.
Vete lejos donde no pueda verte,
donde no pueda anhelarte, vete.
Vete que tu y yo, nomás no.
Somos tan diferentes y a la vez tan iguales...
que de repente me da por pensar que deberíamos parecernos en lo que nos diferenciamos
y deberíamos diferenciarnos en lo que nos parecemos.

Y como no te vas,
como sigues y no sigues, como te has vuelto intermitente,
pues me voy yo.
Me voy en mi muy nueva capacidad de decisión,
donde hasta he llegado a creer que puedo diferenciar lo que me gusta de lo que no,
que puedo saber que hay cosas en la vida que por mucho que uno las quiera,
no fluyen, no son, no se dan.

No se trata de ti ni de mi, ni de quién.
Se trata de dos que por mucho que intentaron, no se dieron.
Se trata de dos que cuanto más intentaron amarse,
más comenzaron a destruirse.
Se trata de saber que a veces la mejor forma de amarse es dejarse libre.

No hay comentarios.: